RESISTENCIA, EMOCIONES Y SISTEMAS
Por Inmaculada Gabaldón Gabaldón.
En nuestro entorno cultural hay una consolidada tendencia inconsciente de respuesta evitativa ante un problema o dificultad. Estamos acostumbrados a “tapar” cualquier cosa que nos incomoda, no nos gusta, no conocemos o no aceptamos.
Ante un problema, pensamos, la mejor respuesta es ignorar, no mirar… Con la vana ilusión de que así desaparecerá. Se desvanecerá como por arte de magia.
Sin embargo, la solución pasa siempre justo por el punto contrario: por integrar en lugar de excluir o ignorar. Dar la bienvenida al problema y poderlo mirar, poder aceptarlo, pues solo desde este momento seremos capaces de desentrañar cual es el mensaje que se esconde detrás de esta disfuncionalidad.
Hace falta un cambio de actitud radical, pues “Lo que resiste, persiste” y la situación problemática se manifestará una y otra vez hasta que no se atienda aquel déficit o desequilibrio que está evidenciando.
Esta aceptación a la que me refiero, tendrá siempre que ver con los “hechos” y es muy distinta de la resignación, que tiene que ver con las posibilidades (rango de acciones que se perciben como posibles frente a una situación problemática concreta).
Esta aceptación pues, supone poder ver que lo que pasó, paso, por doloroso, injusto, humillante o vergonzoso que nos parezca. Y de nada sirve ignorarlo, negarlo o resistirlo, pues es justo esta resistencia la que alimenta el conflicto y consume nuestra energía, agotando nuestras posibilidades de redirigir y transformar aquello que negamos con tanta vehemencia.
Antón de Kroon abría el Taller sobre consultaría sistémica, al que tuve el placer de acudir recientemente-, con esta paradógica afirmación: “ El problema es la solución”.
Siguiendo con la mirada sistémica, hay sistemas no orgánicos y sistemas vivos. Todos los sistemas tienen necesidades que deben ser cubiertas para el adecuado funcionamiento, pues cuando no es así se produce un fallo, una difusión, un problema que, si somos capaces de acoger, nos dará información valiosísima a fin de restablecer el necesario equilibrio.
En el caso de los sistemas vivos, orgánicos (sea una persona, una relación de amistad o pareja, una familia, una empresa, escuela o cualquier otra organización), hay que poner especial cuidado en detectar cualquier tensión o conflicto y a la emocionalidad que lo acompañe. Son precisamente las emociones las que nos ayudarán a identificar y cubrir las necesidades insatisfechas a fin de posibilitar el adecuado funcionamiento y crecimiento del sistema de que se trate.
Somos sistemas dentro de sistemas conformando, en última instancia el Universo que nos acoge. Todo está interconectado.
Es por ello que, a mi juicio, desarrollar una precisa mirada sistémica y poseer una gran competencia en detección y manejo de emociones son competencias esenciales en el ejercicio del coaching, la negociación, la mediación, la justicia y las prácticas restaurativas y, en general, para la facilitación y gestión constructiva de conflictos. Y por ello sigo poniendo el énfasis una y otra vez en ello.
Inmaculada Gabaldón Gabaldón.
Abogada. Mediadora. Coach Ontológico Senior. Trainer y Coach PNL.
Coach Generativo. Directora de MediAccion.